sábado, 16 de mayo de 2015

La sucia política



El domingo pasado, día 10 de marzo, asistí con mis compañeros de ahora los molinos a un acto en Collado Villalba que organizaban conjuntamente Podemos y las Candidaturas de Unidad Popular que se han organizado en la Sierra Noroeste. De los muchos oradores que intervinieron aquel día, unos más experimentados y otros novatos, algunos muy apasionados y otros más pausados, me quedo con las palabras de Laura Díaz, candidata de Podemos a la Comunidad de Madrid y vecina de nuestra sierra.

Laura es abogada, y contaba que durante su primer año de carrera, un profesor, según creo recordar de Derecho Político, comenzó la asignatura con una idea que para mí es la constatación de un hecho que siempre intuí y sin embargo nunca había sabido plasmar en palabras: las clases pudientes siempre se han esforzado en transmitir a las clases más desfavorecidas que luchar por mejorar su condición social y en aras de la igualdad es algo sucio, que no debe hacerse y, en todo caso, nunca debe hacerse en público.

Llevo desde entonces dándole vueltas a esta idea y a cómo se plasma en nuestro entorno más cercano. La verdad es que me sobran los ejemplos, desde aquella persona que nos dijo que si no nos daba vergüenza hacer asambleas en las antiguas escuelas a plena luz del día, con niños merodeando por ahí- como si estuviéramos rodando una película porno; hasta aquellos malintencionados que a menudo nos dicen anónimamente que odiamos al pueblo, que buscamos la confrontación entre vecinos; o aquellos que públicamente defienden que buscar reparación y justicia de las víctimas del franquismo es remover las heridas del pasado.
No es mi cometido rebatir aquí una a una todas esas afirmaciones, aunque sí diré que me parecen injustas, reaccionarias y que defienden unos intereses para mí muy claros. Las personas que hablan así no quieren que se hable de política, que se pongan los hechos negro sobre blanco. En definitiva, no quieren el cambio, aunque lo lleven en sus panfletos.

Hace algunos días, siguiendo el mandato de mi asamblea, propuse a los demás grupos políticos la celebración de un debate entre los candidatos que concurrirán a las elecciones municipales el día 24. La propuesta fue inicialmente recibida con aparente entusiasmo por todos los grupos salvo el Partido Popular, que ni siquiera contestó a la invitación. Como suele ocurrir con estas cosas, el entusiasmo se diluyó pronto: a los pocos días de haber aceptado, el candidato de Primero Los Molinos, Fernando Marinas, se retractó excusándose en que tienen una campaña electoral muy ajustada, mientras que el candidato del PSOE, el actual alcalde Juan Pablo González, simplemente ha dejado de contestar a los mensajes que le hemos enviado para ir concretando las condiciones del debate. La única formación que se ha mantenido firme en su intención de debatir con nosotros es I.U.C.M., con quien ya hemos acordado cancelar el debate por la poca relevancia política que tendría contrastar las dos candidaturas  de ideología más progresista que concurren a estas elecciones en el pueblo.

Creo que la actitud de PLM no aguanta el más breve análisis sin que salga a la luz su incoherencia: ¿De verdad creen que una comida popular, un mitin, una fiesta de la familia o una verbena  pueden ser más interesantes en términos electorales para nuestros vecinos que el hecho de ver a los candidatos contrastando sus programas y sus metodologías? Una vez más creo que entienden el debate de ideas como algo sucio y desagradable a evitar por todos los medios.
Del Partido Socialista se puede decir lo mismo, añadiendo la falta de elegancia de demuestra dar la callada por respuesta en lugar de una excusa cordial. Los concejales y candidatos socialistas, que repiten un año más en los puestos de salida, parece que van a hacer una campaña coherente con su forma de gobierno: están jugando a que pase el tiempo, la labor en la que más eficiencia ha demostrado el alcalde.

Pensándolo bien, los partidos han seguido comportándose del mismo modo que a lo largo de estos últimos cuatro años: el PSOE a menudo ha amagado con abandonar el pleno antes de que llegue el turno de preguntas del público, siendo Roberto Riaño (PP), Olvido Guerrero (PLM) y Fernando San Isidro (CLM) quienes les han instado a por lo menos escuchar a aquellos a quienes han jurado o prometido representar y obedecer.  Las contestaciones a las preguntas de los vecinos a menudo se han quedado sin respuesta o han sido respondidas con evasivas. Algunos concejales, como Javier Alonso o el actual candidato Antonio Coello, ambos del PP, han increpado a quien hacía su exposición, diciéndole que ellos no estaban allí para escuchar mítines políticos (otra vez vuelve a aparecer la idea de la política como algo sucio).

En definitiva, creo que los molineros han perdido una buena oportunidad de que la “fiesta de la democracia” no sea solo una pantomima de carteles, ágapes y folletos, de que también se discutan ideas, porque buena falta hace. Esperemos que no dejen escapar también esta oportunidad de cambio que se nos ofrece cada cuatro años.

                                               Miguel García Toscano y Luis Fernando San Isidro, ahora los molinos.

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