El domingo pasado, día 10 de marzo, asistí con mis
compañeros de ahora los molinos a un
acto en Collado Villalba que organizaban conjuntamente Podemos y las
Candidaturas de Unidad Popular que se han organizado en la Sierra Noroeste. De
los muchos oradores que intervinieron aquel día, unos más experimentados y
otros novatos, algunos muy apasionados y otros más pausados, me quedo con las
palabras de Laura Díaz, candidata de Podemos a la Comunidad de Madrid y vecina
de nuestra sierra.
Laura es abogada, y contaba que durante su primer año de
carrera, un profesor, según creo recordar de Derecho Político, comenzó la
asignatura con una idea que para mí es la constatación de un hecho que siempre
intuí y sin embargo nunca había sabido plasmar en palabras: las clases
pudientes siempre se han esforzado en transmitir a las clases más
desfavorecidas que luchar por mejorar su condición social y en aras de la
igualdad es algo sucio, que no debe hacerse y, en todo caso, nunca debe hacerse
en público.
Llevo desde entonces dándole vueltas a esta idea y a cómo se
plasma en nuestro entorno más cercano. La verdad es que me sobran los ejemplos,
desde aquella persona que nos dijo que si no nos daba vergüenza hacer asambleas
en las antiguas escuelas a plena luz del día, con niños merodeando por ahí-
como si estuviéramos rodando una película porno; hasta aquellos
malintencionados que a menudo nos dicen anónimamente que odiamos al pueblo, que
buscamos la confrontación entre vecinos; o aquellos que públicamente defienden
que buscar reparación y justicia de las víctimas del franquismo es remover las
heridas del pasado.
No es mi cometido rebatir aquí una a una todas esas
afirmaciones, aunque sí diré que me parecen injustas, reaccionarias y que
defienden unos intereses para mí muy claros. Las personas que hablan así no
quieren que se hable de política, que se pongan los hechos negro sobre blanco.
En definitiva, no quieren el cambio, aunque lo lleven en sus panfletos.
Hace algunos días, siguiendo el mandato de mi asamblea,
propuse a los demás grupos políticos la celebración de un debate entre los candidatos
que concurrirán a las elecciones municipales el día 24. La propuesta fue
inicialmente recibida con aparente entusiasmo por todos los grupos salvo el
Partido Popular, que ni siquiera contestó a la invitación. Como suele ocurrir
con estas cosas, el entusiasmo se diluyó pronto: a los pocos días de haber
aceptado, el candidato de Primero Los Molinos, Fernando Marinas, se retractó
excusándose en que tienen una campaña electoral muy ajustada, mientras que el
candidato del PSOE, el actual alcalde Juan Pablo González, simplemente ha
dejado de contestar a los mensajes que le hemos enviado para ir concretando las
condiciones del debate. La única formación que se ha mantenido firme en su
intención de debatir con nosotros es I.U.C.M., con quien ya hemos acordado
cancelar el debate por la poca relevancia política que tendría contrastar las
dos candidaturas de ideología más
progresista que concurren a estas elecciones en el pueblo.
Creo que la actitud de PLM no aguanta el más breve análisis
sin que salga a la luz su incoherencia: ¿De verdad creen que una comida
popular, un mitin, una fiesta de la familia o una verbena pueden ser más interesantes en términos
electorales para nuestros vecinos que el hecho de ver a los candidatos
contrastando sus programas y sus metodologías? Una vez más creo que entienden
el debate de ideas como algo sucio y desagradable a evitar por todos los medios.
Del Partido Socialista se puede decir lo mismo, añadiendo la
falta de elegancia de demuestra dar la callada por respuesta en lugar de una
excusa cordial. Los concejales y candidatos socialistas, que repiten un año más
en los puestos de salida, parece que van a hacer una campaña coherente con su
forma de gobierno: están jugando a que pase el tiempo, la labor en la que más
eficiencia ha demostrado el alcalde.
Pensándolo bien, los partidos han seguido comportándose del
mismo modo que a lo largo de estos últimos cuatro años: el PSOE a menudo ha
amagado con abandonar el pleno antes de que llegue el turno de preguntas del
público, siendo Roberto Riaño (PP), Olvido Guerrero (PLM) y Fernando San Isidro
(CLM) quienes les han instado a por lo menos escuchar a aquellos a quienes han
jurado o prometido representar y obedecer. Las contestaciones a las preguntas de los
vecinos a menudo se han quedado sin respuesta o han sido respondidas con
evasivas. Algunos concejales, como Javier Alonso o el actual candidato Antonio
Coello, ambos del PP, han increpado a quien hacía su exposición, diciéndole que ellos no
estaban allí para escuchar mítines políticos (otra vez vuelve a aparecer la idea
de la política como algo sucio).
En definitiva, creo que los molineros han perdido una buena
oportunidad de que la “fiesta de la democracia” no sea solo una pantomima de carteles,
ágapes y folletos, de que también se discutan ideas, porque buena falta hace.
Esperemos que no dejen escapar también esta oportunidad de cambio que se nos ofrece cada cuatro años.
Miguel
García Toscano y Luis Fernando San Isidro, ahora
los molinos.
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