jueves, 20 de agosto de 2015

La confesión de un progre antijudío

Esta semana, hasta los que no somos muy aficionados a la música reggae, hemos escuchado aunque sea de pasada el nombre del festival Rototom Sunsplash. Si cualquiera visita su página web no le costará encontrar que entre sus motivos fundacionales está la promoción de la paz, la igualdad, los derechos humanos y la justicia social. Esto es raro para un festival, pero no tanto si contextualizamos con el estilo de música que se interpreta en este.

En el cartel previsto para la edición de este año figuraba (y parece que finalmente figurará) un artista norteamericano llamado Matthew Paul Miller, conocido como Matisyahu, y está siendo el centro de una gran polémica. La campaña BDS Pais Valenciá (de las iniciales Boicot, Desinversión y Sanción a Israel) impulsó la semana pasada un boicot contra la actuación de Matisyahu de este sábado. A raíz de esta campaña ("fruto del boicot y de la campaña de presiones, amenazas y coacciones promovidas por BDS País Valencià", según los organizadores del concierto), el festival pidió a Matisyahu que acallara la polémica mediante un comunicado en el que reconociera el derecho a existir de los palestinos. Al negarse a hacerlo, la invitación a Matisyahu fue retirada por la entidad organizadora.

Esto fue interpretado por la caverna mediática, que cada vez es más profunda, como antisemitismo y censura, con la incombustible Esperanza Aguirre al frente, que se apresuró a ver la mano de la "izquierda totalitaria española" detrás de este complot contra el pueblo judío. Como siempre, la derecha vió lo que quiso ver, y contó la versión que más favorecía a sus intereses, por disparatada que fuese.

BDS-PV no boicoteó a Matisyahu, como se ha podido leer en algunos medios y oir en boca de algunos políticos, por ser israelí (no lo es). Tampoco lo hacen, como nos quieren hacer creer, por ser judío. Ni siquiera se trata de que siendo judío nunca haya condenado la invasión el genocidio del pueblo palestino.El boicot se originó por declaraciones como estas o estas en las que Matisyahu niega la existencia de un estado Palestino antes de que lo ocupara Israel o culpa a los muertos de la Flota de la Libertad (voluntarios que llevaban ayuda humanitaria a Gaza y fueron tiroteados por el ejercito israelí) por provocar penetrando en aguas de Israel sin permiso. Más sospechoso, si cabe, es el vínculo del artista con organizaciones sionistas como Friends of the Israel Defense Forces y AIPAC, como se detalla aquí.

Parece lógico que una organización en pro de los derechos humanos, la igualdad social y la paz no quiera que en su festival participe un individuo que, aunque se dice apolítico, ha aprovechado el buenismo y la ambigüedad para apoyar al más fuerte, al opresor que invade y extermina a personas desarmadas. Más lógico aún me parece que, siendo sospechoso, le pidan que se defina como defensor de la paz, y que cuando se niegue le excluyan del festival.

Lo que me parece extraño es que, ante el previsible aluvión de críticas desde todos los tentáculos de los lobbies sionistas y sus amigos, los organizadores se arruguen y dejen al grupo BDS-PV con el culo al aire como "amenazantes extorsionadores", readmitiendo a Matisyahu. Creo que existía un apoyo social suficiente para mantener el boicot (Podemos y sobre todo IU se habían manifestado a favor), y que lo que han demostrado es quién extorsiona verdaderamente.

Para ilustrar esta manipulación mediática me quedo con la Tribuna de El País (un periódico que leía antes) de ayer, firmada por un tal Isaac Nahón Serfaty, que define el término sionista como un neologismo de los "progres antijudíos" para poder ser antisemitas a gusto. Uno que no supiera lo que hace el estado israelí casi a diario pensaría que son ellos los que están sometidos día tras día a un odio insoportable por parte del resto del mundo. El autor llega a comparar la petición que hizo el festival para que Matisyahu se manifestara a favor de la paz con los autos de fé de la Inquisición, en los que en la hoguera se instaba al condenado a abjurar de sus "actos judaizantes" mientras era quemado vivo. Casi tendría gracia si no lo dijera apenas veinte días después de que el ejercito israelí quemara vivo a un niño palestino de año y medio.

Miguel García

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