sábado, 3 de octubre de 2015

La carta del cambio



Confieso que en algunos casos soy un optimista patológico. Como le pasa al niño del chiste, si alguien que me tiene manía me dejase una boñiga en la puerta de casa, posiblemente una parte de mí pasaría un tiempo buscando un pony por los alrededores.

Por eso, desde hace meses todos los días ojeo los diferentes diarios digitales, buscando una buena noticia, una señal de que Podemos, el proyecto del que formo parte y del que cada vez me siento más alejado, corrige el rumbo. Hoy, por un momento, me ha parecido que había llegado ese día en el que Podemos recuperaba un mensaje honesto y valiente y abandonaba la tarea estéril  de parecer un partido de centro que no asusta a las grandes empresas y a las clases privilegiadas. Esta mañana he leído algunos tuits que decían que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón hacían autocrítica y asumían sus errores en una carta a la ciudadanía, y prometían comparecer con fuerzas e ilusión renovadas de cara a las elecciones generales, convocadas para el 20 de diciembre.

Cuando he leído el texto íntegro, por más que he buscado, solamente he podido ver la boñiga (entiéndase la metáfora). Según la cúpula del partido, lo que ha hecho mal Podemos en estas elecciones catalanas, en las que ha sufrido su primera derrota sin paliativos después de varios comicios en los que las expectativas no eran alcanzadas y se lograban “triunfos discretos”, ha sido poner un nombre muy difícil en la papeleta, confluir con otras fuerzas y ser demasiado sensatos, realmente la única fuerza responsable.

Una vez más, me parece que la cúpula nos promete una autocrítica y después se limita a insinuar que el electorado no está a la altura. Tal vez sean ellos los que no están a la altura. Desde el nacimiento de Podemos se nos viene diciendo que el éxito de la formación se debe a que  este reducido grupo de politólogos son unos excelentes estrategas políticos que siguen un minucioso plan.


Si bien admito que sus primeros pasos fueron más que acertados, es posible que el éxito haya salido de nuestras ganas de que esto saliera bien. Puede que hubiera (y que todavía haya) una necesidad consciente de gran parte de la sociedad de que surja una alternativa política en la que nos veamos representados, y que esa sea la verdadera fuerza de Podemos, y no la genialidad de cinco profesores universitarios. Desde luego, ahora no están resultando precisamente unos visionarios. Me da la impresión de que están jugando una partida de ajedrez como si su adversario no pudiera mover una ficha cada turno. No están prestando atención a los movimientos de Ciudadanos ni al acoso primero y el vacío descarado después de los medios de comunicación. Parece que incluso el PSOE, desde hace años fuera de combate por adolecer de un discurso definido y por sus guiños a la derecha, le esté comiendo el terreno ideológico a Podemos.

Puede que sea el optimista ingenuo que hay en mí el que habla, pero creo que todavía estamos a tiempo de recuperar el contacto con la calle, el discurso social y ambicioso y con ellos la ilusión de la gente que hace tan poco tiempo nos apoyaba. Tarde o temprano acabaremos encontrando al pony.

Miguel García, Miembro de Podemos Los Molinos

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con tu reflexión,aún creo en las plabras "el pueblo unido" tan solo con la incertidumbre de si verdaderamente existe pueblo o ha sido muerto y enterrado por la pereza de 40 años de dictadura y otros 40 de pseudo democracia monarquica

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