domingo, 3 de enero de 2016

2015 ¿Ha sido el año del cambio?

El año que ha terminado nos deja con sensaciones encontradas. Los distintos colectivos que luchamos por reducir la enorme desigualdad social que heredamos de la dictadura y vimos agudizada con la crisis llevamos varios años nutriendo unas expectativas de cambio político que no termina de llegar.

Hace algo menos de un año, algunos medios de comunicación daban a Podemos como vencedor de las elecciones generales del 20-D. Fueran o no deliberadamente infladas, estas expectativas no se han visto cumplidas, y esto puede llevarnos al desánimo a aquellos que apoyamos esta opción política. Es mucho lo que hemos remado y aún así tenemos que seguir viendo a los de siempre, con alguna cara nueva, velando por "grandes pactos de Estado", con "altura política que garanticen nuestra estabilidad".

Claro está que el mundo no empieza ni termina con Podemos. De algún sitio tenemos que venir, y nosotras y nosotros venimos de muchos entornos: 15-M, colectivos políticos anteriores a la transición, organizaciones ecologistas, pero también familias arruinadas, parados de larga duración, jóvenes precarios que nos sentimos estafados porque se nos niega una tierra prometida después de completar una extensa formación, etc. Tampoco todas estas personas forman parte de Podemos o se sienten representadas por este partido, y esto también contribuye a nuestra decepción: no hemos sabido entendernos, ni anteponer nuestra lucha colectiva a visiones particulares, dogmas o incluso egos y cuestiones personales. Considero esto una lucha pendiente y un buen, aunque difícil, propósito para año nuevo.

Con todo, no se debe pensar que nuestra lucha durante los últimos años haya sido estéril. Aunque en minoría, los proyectos políticos de cambio, con la participación de Podemos, gobiernan hoy en muchas de las ciudades importantes de España, y empiezan a poner coto a los abusos y el despilfarro de la vieja política, encabezada por un Partido Popular que parece no tener límites en este aspecto. Afortunadamente ya no veremos como la alcaldesa de Madrid malvende Viviendas de Protección Oficial al fondo de inversión donde trabaja su hijo, ni a la alcaldesa de Valencia utilizando el Ayuntamiento como si fuera su cortijo particular.

De estos y otros comportamientos similares en las grandes ciudades tenemos conocimiento por algunos medios de comunicación -otros consideran más importante la forma de vestir de Manuela Carmena- pero, ¿Qué pasa en los pequeños pueblos donde una agrupación de electores ha desbancado al PP y comienza a destapar algunos de los desmanes de ciertos políticos que se ven ungidos por el destino y con derecho a disponer de nuestro dinero para hacer lo que les de la gana? Tenemos algunos casos no muy lejos de aquí, en la Comunidad de Madrid. El que presento hoy es quizás de los más flagrantes, tanto que seguro que este señor consigue sonrojar incluso a algunos colegas de partido. Os hablo del exalcalde de Fresnedillas de la Oliva, A. Reguilón Botello, denunciado por el nuevo equipo de gobierno ante el Tribunal de Cuentas por tener su propia "tarjeta black". El uso de esta tarjeta se puede ver detallado en la web del Ayuntamiento de Fresnedillas, desglosado mes a mes, y no tiene desperdicio. Sirva solo como ejemplo el mes de enero de 2014, en el que el exalcalde se gasta hasta 265.50€ en marisquerías, restaurantes y aparcamientos.

La lucha sigue, y vergonzosos casos como este nos recuerdan que el cambio no solamente es posible, sino que también es imprescindible.

Miguel García Toscano

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